Juan Pablo Vilchis

Disipas el aire, ave negra, en medio de la playa de oro, que olores a sales me trae en recuerdos; que algodones húmedos arrastra; que sueños esparce por toda mi arena; que Vida enciende a mi espalda.

Tu haces que el sueño se vaya, que la Poesía fluya en mí, que mi ego claudique en los momentos, que el cansancio se rinda en el intento. Eres mi Templo y mi Arca, el Igloo que me cuida del invierno, que precedes a la Luna en mi nocturno, que le das el nombre a mi Verdad.

y darte un beso tierno... y que te quedes en mis brazos... Que el silencio nos llene de recuerdos y nos haga sentir lo que el verano nos trajo, ese calor en el alma y en los labios que invitan a besarlos.

No sé si hoy he dejado de amarte o desde cuándo me pregunto si el segundo que transcurre lentamente mientras veo nuestra historia ha pasado sin tocarte, sin preguntarte por el miedo. No sé, hoy he dejado de amarte.

...solo quiero abrazarte, que el dolor quede entre líneas; que se nos cure el alma de ese fuego que no es el eterno y el Tiempo no deje que el polvo nos cubra, que no nos detenga. Ahora sólo quiero olvidarte, que el dolor vaya o venga, si no importa la huída, si el peso de este cuerpo no es suficiente para que encalles en este puerto, si sigues etérea a pesar de que el sueño ya no es, sino Vida.

Mi mente se ha robado a mi cuerpo mientras pienso en tí: cantando lento el chasquido de los dedos que me mueven aqui dentro sin la levedad, sin devenir; cantando lento el pasar de los años en que me he vuelto de sal y no te cubro con mi manto... ¡qué desatinado!

Hoy me quedé pensando en tus trigueñas inflexiones en tus caminos que me marcan el andar de todos mis días; en tus suaves tierras que quiero arar sin medida, en esos brotes de agua que apartan la soledad de mi Alma.. me quedé pensando.. en ti.

Nunca seré la lluvia que te haga ponerte melancólica, la luz que te haga despertarte, la tormenta que inquiete tu silencio, la brisa que te haga flotar...

Olor a tierra mojada, anunciadora de la calma que sigue a la lluvia que eres al caer sobre mí, en medio de un profundo azul que desata mis vientos, que enfría mis miedos, que hace florecer todo el deseo: olor a ti.

Ese abrazo en el que tomas mi mundo por sorpresa y que no deja que me escape sin amarte, sin saber de ti; que define la Vida y que ahuyenta a la Muerte con sonrisas, delirante en espera del fulgor, del frenesí.

Te describo lo que escribo en esta madrugada en que la luna me deshace la mirada, en la que descubro que la profundidad no ha estado hecha para este mar que navego, hermana de viaje. Sólo algunos cenotes me he encontrado en este divagar que ha sido mi camino: una vista al sin-destino.

Esa oquedad que me desgarra de nuevo, al ver tus ojos vacíos, llenos de hielo o inyectados de fuego; prefiero observar el abismo en que se ha convertido mi suelo.

Me inundo con el aire con que llenas mi atardecer, aún cuando el día estuvo lleno de asaltos a corazón armado; con estas malditas ganas de no desfallecer al sentirte a mi lado, con estas fiebres, con estos aires, con estas manos.

Dejar que la tinta de nuestro destino encuentre caminos entre el Tiempo y el No Tiempo; diluyendo los pasados que a veces parecen indelebles pero que en este paso he aprendido que el olvido sólo nos recuerda lo frágiles que somos.

Un trazo que cruza el verde entre un mar, la gente, que arranca alaridos, que causa encono, que finta a uno y otro, bailando, esquivando, marcando el ritmo de razas enteras, que llena un domingo, no cabe en la prensa, perdiéndose entre las fronteras.

En medio de esa nube de estrellas, que se traga toda mi luz levitas con una mirada infinita, como si el Tiempo se disolviera en el agua que derramas,  altiva, flor que descarna entre rojas pasiones; que diluyes mi locura en medio de las noches en medio de los días.

y con mis manos tibias hoy te digo que bien vale vivir; cuando el Tiempo nos alcance y nos diga que no estabamos equivocados al quemarnos una y otra vez en el fuego eterno que siempre nos ha consumido con la pirotecnia de esta carne bendita por tus besos

Tu estridencia me recuerda los sonidos olvidados por el temor; contaba con que ya no contabas esos cuentos: el eterno cuento de "si alguna vez" que carcome mis ganas y mi piel. Ya no quiero oir esas viejas historias; de ser así, regresaba al pasado y cantaba una vez más himnos olvidados.

La vida llena de muertes, de sinsabores y rechazos; alucinaciones sonoras que complacen al más estúpido escucha que consume la basura auditiva que tengo por decir, por contar: descuentos del 50% por fin de temporada.

En medio de una casa vacía, sin voces que pululen, descubro el sonido de tu silencio, la presencia de tu ausencia, la luz de tu noche: te recuerdo.

Estas, a pesar de ser ausente, de vagar por tierras yermas e inútiles, por las que has transitado una y otra vez, ¿Cuándo tus ojos vivirán en el presente, sin recordar aquellos fragmentos de negra luz que le quitan dominio al pasado? Estoy y empiezo a ser ausente...

Las horas corren tras tus huellas, pensando que podrán capturar al menos tu aroma, sin saber que lo guardo en mi memoria acompañado de recuerdos vivos, de alucinaciones que me hacen saber que no estoy loco, al sentir esta fiebre de ti...

… y me encontré a la Aurora en espera de que tus sueños se vayan a deambular por aquellos valles donde no existe el recuerdo. Me encontré con el aroma de tus cielos, que impregna toda mi cama, diciendo que no se ha ido esta fiebre de ti; esta bendita necesidad de tus alas levantando vuelo; ese vuelo que me hace girar en espirales que derrotan cualquier impaciencia. Me encontré contigo, conmigo.

Cansado de vagar en busca de oasis, de espejismos que reflejen mi suerte: como ríos que sueñan al verte; sin saber que la Verdad nos acecha y no nos deja más que ser libres. Este insomnio permanente me ha dejado agotado, deseando regresar a buen puerto, navegando entre dunas y olas, en este desierto mar, en este mar desierto.

"Debo hacer un alto en el camino Navegar a veces es estar perdido Quiero saber lo que es creer. A veces la verdad esta en el nido esperando develarse con los siglos. Quiero saber lo que es creer. Y la realidad despertará; y la realidad te abarcará con sus manos tibias te dirá que bien vale vivir... Debo hacer un alto en el camino Navegar a veces es estar perdido. Quiero saber lo que es creer... Debo hacer un alto... en el... camino....."

Mi mente es el laberinto donde divagas en búsqueda de una piedra brillante. Es en esa obscuridad que me pierdo en tus porqués y tus cuandos. Todo está flotando en espera de que el Tiempo nos lleve en el arca de sus manos.

Probablemente he inundado tu razón por querer estancar la corriente del Tiempo, ese torrente que nos conduce a lugares inhóspitos. No quiero sentir otra vez el vacío de tu ausencia.

Pasan solo horas en tu ausencia y no puedo ponerle un nombre al Vacío mientras la Vida se agolpa en mis venas y me pide explotar en tormenta No le puedo mentir ya a mis manos diciéndoles que pronto vendrás y las horas corren, desaforadas, tratando de ganarme el momento de tenerte.

Un rostro en la piedra Me dijo que esta extraña fascinación por tus mares ha navegado por siglos en direcciones que el Viento ha callado. Te conozco desde siempre sin verte; te siento en todos lugares sin haber viajado. Te amo sin que me pertenezcas.

Escribo de ti porque me da la gana, mientras me ignoras porque te da la gana. No ganamos, porque el amor no vive entre las tumbas; se muere entre los vivos.

Lloré por ti en una noche profunda que se comía todo alrededor. Las fauces no me dejaban ver tu Luz, tu Vida; sólo tu candor. Lloré por tí en una tarde sin miedo que revivía todo lo seco por el dolor; eras tan hermosa esparciendote en silencios, que sólo tu gemido llenó mi desierto. Lloro por tí, inquieto.

En lejanas puestas de sol, transitas por aires ocultos, llenos de milenios y de sueños, mientras la cabra espera a que la hierba cubra las huellas de tu regreso. No divagas en patrias ajenas; solo vagas entre lunas y soles, eterno y concreto.

Cansado de vagar por tierras áridas, reposo en medio de la tormenta que dicen tener tus ayeres. Los alegatos descansan en otros hombros; espejismos en este desierto de tu vida. Piso firme pero a todos nos llega el tiempo de una arena movediza...

"El mundo es un espejo que nos deja ver sólo aquello que no está en los sueños" Hoy buscaba respuestas en un libro preterido y enjuiciado. Al llegar a tu letra, te encuentro impávida ante el dolor. El rencor: que nos lleva por caminos olvidados. Oblivion... Despierto y desierto a lo siempre realizado. Ya no me invento cada día, ya no estoy bajo una sombra. El sol hierve en mi espalda advirtiendo de la huída. Y yo sigo arando estas tierras remilgadas.

La tormenta se anuncia con su habitual despliegue de olor y caricias húmedas, en medio de una noche que no deja ver nada. Sólo pequeños guiños a lo lejos, me dejan saber que no he muerto: que me escapo y redimo al sentir el alivio que deja en mí el oblivion.

Con cada acto, quedo maldito: es como liberar un oculto germen que termina por minarme, como un karma infinito por algo que jamás realizé. Es el peso de este invierno que cubre mis huesos con olvidos y desesperanza; quiero disolverme en la arena de esta historia, disolverme...

Margarito me hizo recordar las hojas que he perdido con tu ausencia: No puedo negar que esto es así A lo mejor es que no sé ni quien soy yo. O es que tanto he perdido de esos destellos que en tiempos pasados llenaban las flores envueltas de oro, envueltas de tí y de mí: flotando.

Quiero encontrarte en mis palabras pero encuentro que no nos encontramos. Quiero perderme en tus palabras pero pierdo lo que ya encontramos. Encontrarme y perderte: es lo que no recuerdo.

Me encanta oir tu voz... es como si tomaras mi alma con tus manos y me acariciaras dulcemente en un compás que marque el sentido del Tiempo. Me dan ganas de acariciarte yo también; no sé si con palabras o las manos o poblar de gozo la carne, en ese vaivén del que me llena esta noche: anunciadora de promesas.

Sería negar que me prendes la piel, que haces que mi carne se vuelva pirotecnia, sólo espero que me recuerdes por esos días, por esa noche... y que me disuelva en el agua de tu pasado... que me esfume de tu niebla al alba...

Tu negrura hecha palabras me cruzó por la mente cuando articulaste ese conjuro que daba un juicio final acerca de aquel sueño que no pudimos mantener juntos. Cabalgaste en direcciones contrarias a estos vientos que han traído el sabor a maple del otoño...

Sé lo que es el vacío: sentir que no se siente nada, como si el cuerpo muriera de pronto y nada lo anima, nada respira. Verte en otros caminos no me hace sentir ni vacío; ojalá pudiera sentir algo, ojalá pudiera sentir, ojalá pudiera, ojalá...

El miedo me invita a observarlo mientras carcome lo poco que queda de mí, deslizando sus fauces a través de mis acciones que son como cuentos viejos contados en presente, éste presente rojo que pica en la lengua, que mantiene el insomnio para poder ser tragado una y otra vez: el miedo.

Hoy desperté y el Viento trajo hasta mí tu recuerdo: no he podido entender tus razones para proponerle al olvido que abraze lo nuestro. No he podido olvidarte en intentos vacíos, en mensajes ocultos, de vivencias tan hondas ocultas en mi carne y en mi sangre. No sabía que el Viento pudiera decir tantas palabras...