Juan Pablo Vilchis

Me perderé y la distancia borrará el nombre de sueños caídos, que alimentan ilusiones rotas; de perfectos sonidos desdeñados por el dolor, que no llegan a mis oídos mas que en frío ascendente, en agujas de luz que me recuerdan el invierno. Y la distancia borrará todos los nombres...

En el abismo de tus labios flotan universos hechos de palabras conversas, que se estrellan en corrientes estelares, demenciales hebras que conversan con la eternidad en cada suspiro que corre desde las cumbres eternas, vivaces destellos de Vida...

En este día en que las hojas se vencen ante el impulso del viento te propongo escribir una historia compartida, una historia del hoy, que se reescriba con cada suspiro que traiga hasta nosotros la tarde, que respira sin heridas, sin atarse a sus raíces ya olvidadas.

Escondes la viveza de los astros en una bruma de sombra adormilada: esa nube de estrellas naciendo en el rojo vivaz, en medio de la Nada. Se llenan tus campos de olores frescos y de sonrisas olvidadas: Niña! Qué vuelcos tengo, al verte anonadada!

En medio de un delgado mar, levito en los pensamientos de ayeres inexpugnables. Absorto, la inanición del no tenerte consume lo inerte, guardado en un jarrón. Las palabras se enquilosan en negras raíces, profundas en tierras extrañas. Son mis raíces que te extrañan, en medio de un delgado mar...

Cuando el karma nos alcance, moriremos por dentro en el preciso momento de la soledad. ¿Cómo conquistar esa infranqueable frontera que ha levantado muralla entre tu tierra y la mía? No encuentro caminos arados en el yermo desierto del dolor, ni pasiones que paguen el precio de este viaje. Cuando el karma nos alcance, moriremos por dentro en el preciso momento de la inequidad, del desamor, como he muerto hoy.