Entradas

Mostrando las entradas de octubre, 2010

Fuego lento

Unos brazos que rompen el silencio, silencio de recuerdos anodinos, torrente de hormigas por el cuerpo, que delimitan lo falso de lo eterno. Otros brazos que arropan al otoño, otoño de fuegos arbóreos, que se van consumiendo lento. Un abrazo, en el que confluyen todos los brazos en ti.

Erial

Arañandote por encima las ropas te inclinas sobre una llanura de algodón te estremeces al sentir el arado aflojar tu tierra yerma por el tiempo acallas la mente constipada huyendo de miradas que cuestionen tus motivos ya olvidas lo pasado regresas al cabello suelto las mejillas se te incendian con deseo te apoyas en la mesa profanando con tu tinta los recuerdos donde las telarañas luchan por volverte un capullo que rompes volando por bosques fríos Y te fumas el pasado en bocanadas que morman donde el aire batalla con hartazgos.

Desviviendo

La luz inunda los ojos; una llamada, febril contingencia, incapacitado. Que repique de este lado el teléfono... Silencio. La fiebre emborracha a las palabras y hacen una orgía. Cefalea. Taladro infame. Todo se decide con un botón, estás o no.

Desolación

El abandono durante horas, perderse en las fotos ajenas, en las historias que no tienen sentido alguno, en poemas de recuerdos olvidados, esperando una llamada, un suspiro, algo que defina el tono del día, observando esta pantalla idiota que me merma la conciencia, que si la guerra sucia, que si Luis cumple años, que qué me importa, qué carajo! Sólo aciertas a decir que el amor es un fantasma que aparece con los años...

Nocturno amarillo

Te asomas a la ventana por una rendija de cielo. Luna dorada, deja el sueño en paz, para olvidar los momentos amargos, dejarlos atrás.

Blueseando

A Lety Servín En las cavernas de tu voz resuenan los ríos y la piedra rutilante encuentra destellos de antaño; en los metales de tus manos percutes los anhelos y los ritmos de horizontes; y explotas en acordes no discordes a tus pasos, balanceando el peso del Tiempo, sin imposibles.

Amatista

Esos ojos rutilantes, que van cargando soledad y tristeza, desnudándola en episodios oníricos, en medio de paredes desgarradas, con la luz ardiendo en la piel de las plebeyas. Vienen con canciones que llevan al ritmo de tu espalda, horizonte hondo de hazañas de fuego, en calma.