Sin alegatos

Acaso le tengo miedo al olvido
a que me tome en sus fauces
y me arranque
las pocas ilusiones que el desuso
me ha dejado.

Entre gritos rubios y sarcasmos malogrados
se escuchan
los redobles mundanos de la fatiga,
de los lamentos y connatos.
De éstos últimos he quedado plagado;
como nube de esos polvos,
como fuego salpicado.

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